Luis Ribot: “Conseguimos que el IUHS fuera ampliamente reconocido entre profesionales de la historia tanto en España como fuera de ella”

Luis Ribot: “Conseguimos que el IUHS fuera ampliamente reconocido entre profesionales de la historia tanto en España como fuera de ella”

Luis Antonio Ribot García es catedrático de Historia Moderna en la UNED y, anteriormente, fue profesor en la Universidad de Valladolid (del año 1973 a 2005). Siendo profesor en esta última, fue uno de los primeros directores del IUHS entre 1995 y 2002. En esta entrevista recordamos con el profesor Ribot los momentos más significativos del Instituto durante esa etapa.

Usted fue director de IUHS durante los años 1995-2002, una etapa clave en la consolidación de este organismo ¿Cuáles cree que fueron los logros que se alcanzaron durante dicho periodo? ¿Cómo definiría esta etapa del IUHS?

Fui director del Instituto desde noviembre de 1995 hasta marzo de 2002 (dos mandatos de tres años). Antes –junto a los profesores García Sanz, Egido y Del Val- había sido miembro de la Comisión Gestora encargada de ponerlo en funcionamiento, creada por el rector D. Fernando Tejerina en 1987. En mis años como director, el Instituto alcanzó un gran desarrollo, lo que fue posible gracias a un notable incremento de su financiación pues, a la que nos otorgaban los presupuestos de la Universidad, logramos unir la procedente de convenios diversos, como el que establecimos con el Ayuntamiento de Valladolid, o el más importante cuantitativamente, con el empresario leonés afincado en México Antonino Fernández, interesado en la promoción de los estudios sobre Isabel la Católica. Creo que fue, efectivamente, la etapa de consolidación del Instituto, que incrementó sus actividades y publicaciones. La labor no fue solo mía, pues conté con la colaboración activa y entusiasta de mucha gente, especialmente la de la profesora Elena Maza, secretaria académica del Instituto.

Durante esos años, el Instituto vivió una fase de internacionalización gracias a sus viajes a América o a la gran exposición de Nueva York, ¿cuáles son los sucesos que usted destacaría como más influyentes en el mismo?

Durante varios años, y entre las actividades financiadas por el citado empresario leonés (Antonino Fernández), organizamos una serie de semanas dedicadas al estudio de la reina Católica y su época, celebradas cada año en un país distinto de la América hispana, con participación en cada una de ellas de destacados historiadores españoles, hispanistas y especialistas del país en el que tenían lugar. Ello implicaba una notable actividad organizativa, en colaboración siempre con alguna institución local prestigiosa, como, por ejemplo, en la primera de tales semanas, la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). La exposición en la sede del Instituto Cervantes de Nueva York, de la que fui comisario junto al profesor Ángel Alcalá, de la Universidad de Cornell, se celebró en el 2004, cuando yo ya había dejado la dirección del Instituto, que ocupaba entonces el profesor Julio Valdeón. En mi opinión, fue la gran culminación de las actividades en torno a Isabel la Católica. Buena prueba de ello fue el éxito y la repercusión que tuvo.

¿Cree usted que quedaron algunos proyectos en el tintero para llevarlos a cabo?

Siempre quedan proyectos, pero se hicieron muchas cosas y se consiguió que el Instituto fuera ampliamente conocido y reconocido entre los profesionales de la Historia, tanto en España como fuera de ella.

De cara al futuro, ¿cómo ve usted la proyección de esta institución? ¿Mejoraría algún aspecto de la misma?

Creo que el Instituto ha estado y está en buenas manos. Por desgracia, sin embargo, las modificaciones legislativas en el ámbito de la universidad española no le han beneficiado. La LRU (Ley de Reforma Universitaria) de los años ochenta, que creó los institutos universitarios, les daba una gran capacidad de desarrollo, situándolos al nivel de otros centros, como las facultades, y por encima de los departamentos. Ello, no solo permitía integrar a todos los profesionales de la historia, de cualquier facultad, sino que otorgaba a los institutos una gran autonomía que muchos -pienso- supimos aprovechar. Luego, con los citados cambios, han dejado de ser centros autónomos y, aunque mantienen los miembros de distintas facultades y departamentos, carecen de las posibilidades que tenían entonces. En cualquier caso, sigo creyendo que el futuro de los institutos está en conseguir, como lo hicimos nosotros, financiación externa a la Universidad.

Luis Ribot explica los primeros años del IUHS