M.ª Isabel del Val Valdivieso: “El Instituto tiene un buen presente y futuro. Con el paso de los años ha sabido adaptarse a las nuevas circunstancias y exigencias que la sociedad y la universidad van planteando”
- Post by: historiasimancas
- 13 octubre, 2020
- No Comment
La profesora Mª Isabel del Val Valdivieso es una de las personas que más han marcado los 30 años de historia del IUHS. En 1988 fue, junto a los profesores Teófanes Egido López, Ángel García Sanz y Luis A. Ribot García quienes idearon la fundación del Instituto Universitario de Historia de Simancas. Además, fue directora del mismo entre 2008 y 2017.
Actualmente es profesora emérita de la Universidad de Valladolid y catedrática de Historia Medieval. Su investigación se centra en la Castilla de la Baja Edad Media, centrada especialmente en Isabel I de Castilla, Vizcaya, la sociedad urbana, el agua y las mujeres, temas sobre los que ha publicado libros, artículos y capítulos de libro. También ha participado en congresos e impartido conferencias en España y otros países. Es miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Academia Portuguesa de Historia. Es miembro associé correspondant étranger de la Société Nationale des Antiquaires de France. Por su destacada trayectoria investigadora, en el año 2014 fue galardonada con el Premio Consejo Social de la Universidad de Valladolid. Ha sido presidenta de la Asociación Española de Investigación de Historia de las Mujeres (AEIHM) y en la actualidad es presidenta de la Sociedad Española de Estudios Medievales (SEEM). En esta entrevista, recordamos con ella su paso por la fundación y dirección de este instituto y cómo ve su evolución futura.
¿Cómo surgió la idea de fundar el Instituto Universitario de Historia de Simancas?
Al final de los años 80 del siglo pasado la nueva ley universitaria posibilitaba la creación de una nueva estructura administrativa vinculada a la investigación, los Institutos. En aquella coyuntura, cuatro historiadores de la Universidad de Valladolid dimos cuerpo a la idea de constituir un Instituto de investigación sobre Historia. Los cuatro profesores fuimos Ángel García Sanz, de Historia Económica, Teófanes Egido y Luis Ribot de Historia Moderna y yo de Historia Medieval. Logramos proponer la creación de ese instituto que tendría como áreas centrales la Historia Medieval, Moderna, Contemporánea y Económica, pero que desde el primer momento estuvo abierto a todos cuantos compañeros de otras áreas de conocimiento de Historia quisieran unirse. Progresivamente se fueron sumando colegas de otros campos y con el tiempo se uniría también la de Historia de la Ciencia. Fue una iniciativa novedosa que tuvo éxito y que nos ha traído hasta donde ahora estamos. Lo que pretendíamos era sumar esfuerzos, promover la colaboración entre los historiadores de los diferentes periodos y temas de investigación, favorecer el trabajo en equipo y la formación de grupos de investigación que traspasaran los límites de cada una de las áreas de conocimiento, y también, claro, favorecer la formación de los jóvenes historiadores con vocación investigadora.
¿A qué obstáculos se enfrentaron a la hora de llevarlo a cabo?
Toda nueva empresa exige un esfuerzo. Debíamos construir algo nuevo, un instituto de investigación para un área de Humanidades, la Historia. Hubo que pensar no solo en lo que pretendíamos alcanzar, sino también la forma organizativa que iba a tener, en los estatutos, etc., además de convencer a nuestros compañeros de la bondad de la idea. Pero el clima de trabajo del equipo gestor fue excelente y todo salió adelante. Tanto la Facultad de Filosofía y Letras como la Universidad aprobaron su constitución y el Instituto Universitario de Historia Simancas empezó a andar.
¿Qué facilidades les otorgó la Universidad para impulsar este proyecto? ¿Qué obstáculos encontraron?
Desde el primer momento contamos con todo el apoyo posible de la Universidad. La Junta de Gobierno (el equivalente al actual Consejo de Gobierno) lo aprobó una vez que quedó demostrado que no cerrábamos el paso a nadie y, de hecho, con posterioridad surgieron otros Institutos en nuestra universidad siguiendo nuestro ejemplo, aunque hay que decir que todos ellos de una temática más restringida. Desde el rectorado recibimos todo el apoyo posible. El Rector Fernando Tejerina nos apoyó desde el primer momento en todo lo que necesitábamos y nos sirvió de ayuda para sortear todos los pequeños obstáculos que siempre se encuentran en una empresa como esta. Y no solo esto, sino que el compromiso del Rector Tejerina con la universidad, con la investigación y con las humanidades se tradujo en la dotación de una sede para nuestro Instituto, La Casa del Alcaide, que todavía ocupa el Instituto y que ha sido fundamental para su funcionamiento.
¿Con cuánto y qué personal tanto de investigación como de profesorado contaron en sus inicios?
A los Institutos no se les dota de personal. Se nutren del personal de la UVa, en nuestro caso los historiadores a los que ya me he referido, integrados cada uno en su respectivo Departamento, pero adscritos, voluntariamente, también al Instituto. A ello hay que sumar una secretaria administrativa que el Instituto consiguió tener desde muy pronto. Y andando el tiempo, el personal investigador que se adscribe temporalmente, contratados pre y, sobre todo, posdoctorales. El Instituto acoge también a investigadores que realizan estancias de investigación de varios meses, tanto españoles como de otros países.
Entre 2008 y 2017 usted fue la directora de este Instituto, ¿cuáles fueron sus mayores logros y sus mayores dificultades durante dicha etapa? ¿Cómo calificaría esta etapa?
Indudablemente no soy yo quien debe calificar mi etapa como directora del Instituto. Sí puedo explicarle que formamos un buen equipo integrado por la coordinadora del máster y el doctorado, Elena Maza, el secretario académico de Instituto, Hilario Casado Alonso, y yo misma como directora, junto con la secretaria administrativa, Mercedes Sebastián; luego se sumó como coordinadora de los Seminarios doctorales Concepción Marcos. En esos años hubo que adaptar el doctorado y el máster del Instituto al nuevo decreto (de 2011), lo que dio lugar a los actuales programas de máster y doctorado que tiene el Instituto con la Universidad del País Vasco, para los que obtuvimos mención de calidad en la ANECA. En el año 2009 presentamos al Instituto al premio Consejo Social de Investigación para Departamentos e Institutos, y logramos que nos lo concedieran, por lo que el Instituto tiene entre sus méritos el ser Premio Consejo Social de Investigación. En otro orden de cosas, para favorecer la formación de los doctorandos, creamos el Seminario Doctoral Simancas, con sesiones mensuales en las que se alternaban exposiciones de doctorandos con las de investigadores consagrados (siempre de fuera de la UVa). La idea era crear sinergias entre nuestros doctorandos independientemente de su área y tema de especialización, potenciar el debate científico sobre historia, favorecer una formación abierta dando la oportunidad a todos los doctorandos, y también al resto de los miembros del Instituto de escuchar, de conocer, reflexionar y discutir sobre temas diversos y diferentes a los de su estricta especialidad. Junto a esto mantuvimos y reforzamos las actividades ya existentes, las publicaciones con el Ayuntamiento en la colección I+A; el convenio de colaboración con el Ayuntamiento; el ciclo anual de conferencias posteriormente publicadas en una colección de bolsillo de Ediciones de la UVa (EsdUVa) que gozan de gran prestigio fuera de nuestra universidad; el apoyo a las actividades organizadas por los miembros del Instituto (conferencias, seminarios, congresos, cursos, etc.) y otras muchas cosas que no es el caso enumerar aquí.
De cara al futuro, ¿Cómo ve usted la proyección de esta institución? ¿Mejoraría algún aspecto de la misma? ¿Qué cree usted que debería mantenerse como eje fundamental? Desde mi punto de vista el Instituto tiene un buen presente y futuro. Con el paso de los años ha sabido adaptarse a las nuevas circunstancias y exigencias que la sociedad y la universidad van planteando. La excelencia en la investigación, que ha sido siempre su eje fundamental, se mantiene y sin duda se mantendrá, lo mismo que la oportunidad que ofrece para la colaboración entre historiadores, la formación de equipos de investigación y la formación de historiadores. El Instituto cuenta con excelentes historiadores, lo que es una garantía de cara al futuro, lo mismo que el buen hacer de la actual dirección.